La universidad busca la verdad, por eso los gobiernos autoritarios o dictatoriales la ven como enemiga y han pretendido por 961 años crucificarla
Francisco Abad

Desde Barcelona.– La lucha por la autonomía universitaria se remonta al año 1050 en la Universidad de Bolonia, pero es en Berlín durante el siglo XIX de la mano del Humboldt donde nace su concepto moderno, basado en la libertad de cátedra y de financiamiento por el Estado, sin que por ello éste oriente o condicione su labor. Obsérvese desde cuándo la universidad busca preservarse de manipulaciones políticas, ideológicas, religiosas o económicas; lo que no impide que dentro de ella se discuta toda idea o doctrina y afloren nuevas formas de pensamiento.

La universidad transforma al individuo que acoge en un profesional preparado para razonar, comparar, discriminar y pensar por sí mismo; capaz de poner lo que se le enseña al servicio de la solución de los problemas.  Por eso, se equivocan quienes la señalan como reflejo de la sociedad, o sea, que en ella se repiten los vicios de aquella, es decir, que la universidad es insegura porque el país es inseguro o es corrupta porque el gobierno lo es.  Al contrario, ella debe enfrentar esos males y liquidarlos, porque su misión, como lo señaló Henry Newman, es elevar el tono intelectual y moral de la sociedad. Nuestras aulas son el trapiche para moler esas desviaciones y desechar esos equivocados procedimientos, que permitirán el surgimiento del nuevo liderazgo que conduzca a la patria.
La universidad busca la verdad, por eso los gobiernos autoritarios o dictatoriales la ven como enemiga y han pretendido por 961 años crucificarla, porque  temen a su fuerza destructora de mitos, de dogmas y a su crítica profunda.   Permítanme como ejemplos, la hipótesis del movimiento de la Tierra y los demás planetas alrededor del Sol,  formulada por el astrónomo polaco Copérnico,  que en 1543 arroyó los viejos dogmas y puso en duda todas “las verdades” conocidas de su tiempo, por lo cual fue perseguido, o al Rey Alfonso X de Castilla que se le conoció como “El Rey Sabio” por impulsar la Universidad de Salamanca, primera de España a comienzos del siglo XIII, en la que se discutió la viabilidad del proyecto de Colón y, tras el  descubrimiento de  América,  el derecho de los indígenas a ser reconocidos con plenitud de derechos (lo que sí fue revolucionario).

Nuestros estudiantes del siglo XXI son perseguidos por no rendir culto a un caudillo, por luchar con valentía contra la imposición de un pensamiento único y  defender principios constitucionales vigentes,  como la autonomía universitaria de la metamorfosis oscurantista del régimen, que lo diferencian de la “moral y luces” del Libertador, quien el 15 de julio de 1827 promulgó los Estatutos Republicanos elaborados por la Universidad de Caracas, con los que garantizó su autonomía y los recursos económicos para su funcionamiento independiente.
A pesar de la pretensión oficial de querer imponer su presidente único y de las leyes aprobadas a la carrera por la peor Asamblea Nacional de la historia, estamos frente al alumbramiento de una comunidad cívica moderna, capaz de impedir junto con su universidad el advenimiento de una dictadura al estilo cubano. ¡Defendamos el futuro de nuestros hijos! ¡Defendamos su universidad!  Dedicado a la profesora Mary Plazas.