Por: Luis Eduardo Martínez Hidalgo  http://luiseduardomartinez.com

La pasada semana volví a Venevisión para ser entrevistado por Elianta Quintero. Amaneciendo arribé a la planta y en la puerta me recibió un buen amigo, Eduardo Salinas, quien ha dedicado toda su vida al canal de La Colina.

En los preliminares, hablamos sobre Venezuela y compartimos la convicción de lo hermoso que es nuestro país y del rol tan importante que, en este y en cualquier tiempo, desempeñan los medios de comunicación especialmente la televisión.

Ya en el aire, describí como dramática la situación por la que hoy atraviesa Venezuela, en lo económico, en lo social y en lo político. Rápidamente me referí a la inflación que por tercer año consecutivo será la más alta del planeta, al desabastecimiento que es también de los mayores del mundo y a la inseguridad que a todos agobia, agregando que era tan complejo lo que enfrentamos que muchos coinciden acerca de lo necesario de un cambio pronto de políticas e incluso de un cambio de modelo –con lo que yo comulgo- sin contar los que proclaman lo urgente de un cambio de actores.

Elianta me interpeló sobre tres medidas que en este momento, a lo cual no dudé en responder: desmontar el control cambiario, promover y proteger la inversión privada nacional y extranjera y atacar, mancomunando esfuerzos, el gravísimo problema de la inseguridad que cada día cobra más vidas.

Saltamos al tema universitario y explicamos las decisiones que, pocas horas antes, el Consejo Nacional de Universidades, del cual soy Miembro principal,  había tomado con relación al ingreso de los egresados de bachillerato a las instituciones de educación superior, destacando la coincidencia unánime de opiniones en cuanto a la obligación del Estado de garantizar el cupo universitario a la totalidad de los jóvenes que se gradúen de bachilleres en el 2015 y los que pudieran no haber ingresado en años precedentes. En cuanto a esto se refiere debo reafirmar que líder estudiantil que fui, y con tal al frente de los Comités ProCupo del Oriente del país, logré –durante mis años en la UDO- que miles de estudiantes sin aparente oportunidad cursaran carreras universitarias para luego  convirtiese en los profesionales que hoy son, mi convicción inmodificable es que a todos nuestros bachilleres les asiste el derecho de asistir a la Universidad y el gobierno debe velar por ello.

Más allá de lo inmediato expresé que la única salida de la crisis recurrente que agobia a Venezuela es apostar a la educación. Textualmente señalé: “Es necesario priorizar la educación, el grave drama de Venezuela no se resuelve sino a través de la educación, lo único que va a transformar a este país es la educación”.

Priorizar la educación es asignarle a las instituciones del sector público los recursos que requieren para contar con una planta física de excelencia y con plataformas tecnológicas de vanguardia y a las de gestión privada facilitarle los mecanismos para aumentar la oferta y elevar la calidad, remunerar a los profesores y profesoras de cualquier nivel con salarios dignos a la par que otorgarles apoyo pleno para su permanente actualización y desarrollo de carrera, así como periódica revisión de programas y viabilizar la inserción de las instituciones educativas en redes globales promoviendo intercambios y articulando pensum.

Priorizar la educación es también elevar los niveles de exigencia y con tal atreverse de una vez a implementar en el país un régimen de acreditación, que en una primera etapa puede ser voluntaria su adscripción, lo que motivará a mejores estándares. No justifico que Venezuela sea una de las pocas naciones que a la fecha no acredita;  la responsabilidad es por igual del gobierno central, las universidades autónomas, las oficiales y las de gestión privada.

Cerré la entrevista, mencionando el programa Prometeo, iniciativa del gobierno ecuatoriano, que busca fortalecer la investigación, la docencia y la transferencia de conocimientos en temas especializados, a través de la vinculación de docentes e investigadores extranjeros y ecuatorianos residentes en el exterior, que ha permitido captar a centenares de profesores universitarios del continente  –atraídos por las elevadas remuneraciones y apoyo- entre los cuales  sobresalen muchos venezolanos. No hay cifras exactas pero se habla de unos 1,200 profesores de las mejores Universidades de Venezuela que ya se han marchado a Ecuador.