Svetlana Alexiévich, galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2015, en género de reportaje literario, relata con toda su crudeza el fracaso de la utopía soviética. De padre bielorrusa y de madre ucraniana, Alexiévich nació el 31 de mayo de 1948 en el oeste de Ucrania, aunque posteriormente su familia emigró a la vecina Bielorrusia. Trabajó como profesora de historia y de lengua alemana, aunque pronto optó por dedicarse a su verdadera pasión, el reportaje, y, de hecho, en 1972 se licenció en la Facultad de Periodismo de Minsk y ejerció como redactora en varios diarios de su país.
Su primer libro, La guerra no tiene rostro de mujer (1983), le costó un varapalo de las autoridades soviéticas, que le acusaron de naturalismo y pacifismo, duras críticas en esos tiempos que impidieron su publicación.
Aunque ingresó en 1984 en la Unión de Escritores de la Unión Soviética, no pudo publicar hasta la llegada de la Perestroika en 1985 el primer libro de su ciclo El hombre rojo. La voz de la utopía. Traducida a más de veinte idiomas, el libro narra el inconmensurable coste de la victoria sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria (1941-45), como se conoce en esa zona del mundo, la Segunda Guerra Mundial. Aunque la mayoría de los soldados soviéticos fueron hombres -cerca de un millón de mujeres sirvieron en el Ejército Rojo-, las mujeres sufrieron tanto en el frente de batalla como en la retaguardia como madres, hijas y hermanas.
Ese mismo año se publicó también Últimos testigos, relatos que fueron muy alabados por la crítica como precursores de la «nueva prosa bélica» y que recoge las voces de aquellos que vivieron de niños (6-12 años) la contienda.
La Guerra de Afganistán, acontecimiento que precipitó la desintegración soviética, es el protagonista de Los chicos del zinc (1989), pero desde el punto de vista de los veteranos y de las madres de los caídas en el país centroasiático.
Para escribir esa obra, Alexiévich dedicó cuatro años a viajar por la Unión Soviética e incluso visitó Afganistán, pero su publicación estuvo rodeada por la controversia, ya que la escritora fue acusada de profanar la memoria de los héroes de la guerra.
Una vez consumada la caída de la URSS, Alexiévich dio una nueva vuelta de tuerca en su investigación sobre el fracaso de la utopía comunista con Hechizados por la muerte, un reportaje literario sobre el suicidio de aquellos que no soportaron el fracaso del mito socialista (1994).
Voces de Chernóbil (1997) documenta las vivencias orales sobre el trauma que supuso la mayor catástrofe nuclear de la historia de la humanidad (1986) y que puso de manifiesto la amenaza que el fallido proyecto soviético representaba para el resto del mundo.
Alexiévich cerró el ciclo sobre el «homo sovieticus» con Tiempo de segunda mano, publicada en 2013, un año en el que sonó como una de las favoritas al Nobel.
EFE