Por: Luis Eduardo Martínez
Recuerdo como si fuera ayer una reunión que con Hugo Chávez Frías realizamos, unos pocos gobernadores, para intercambiar ideas sobre lo que sería el proyecto de una nueva Constitución que reemplazaría a la promulgada en 1961.
Ni siquiera se había electo la Asamblea Nacional Constituyente pero ya comenzaba a delinearse un borrador que incluía conceptos fundamentales para el todavía novel Jefe de Estado. De lo planteado lo que más nos llamó la atención fue la extensión del período presidencial y los denominados referendos revocatorios que permitían, pasada la mitad del período de gestión de cualquier cargo de elección popular, remover a quienes no satisfacían las exigencias de la responsabilidad que desempeñaban. En ese encuentro, Chávez argumentó largamente acerca de lo necesario y conveniente de garantizar al pueblo una vía democrática para salir de un mal gobernante.
Meses después la figura del referéndum revocatorio fue consagrada en el artículo 72 de la nueva Constitución estableciéndose que “todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables”.
El 3 Junio de 2004 tras la solicitud, acompañada de millones de firmas, de la realización de referendo revocatorio contra el presidente Chávez este se dirigió a la nación y expresó textualmente “la figura del referendo revocatorio ha sido siembra nuestra y me siento humildemente, como uno de los sembradores de esa siembra, de esa figura, para darle forma a un nuevo modelo democrático en Venezuela” para agregar más adelante “por eso es que siempre he sido propulsor y defensor del referéndum revocatorio , como lo dije entonces lo vuelvo a decir hoy; a la mitad del mandato”.
En correspondencia con los conceptos que proclamaba, Chávez no temió consultar al pueblo y en Agosto del mismo año se celebró el referéndum revocatorio que –a riesgo que me critiquen- debo afirmar que no solamente ganó sino que desde semanas antes los estudios de opinión que manejábamos nos obligaron a advertir que la opción opositora sería derrotada.
Chávez murió pero a su postrer llamado Nicolás Maduro fue electo presidente y él y los que con él gobiernan se llenan la boca diciéndose hijos de Chávez y defensores del ideario que el denominado comandante eterno les legó.
Si efectivamente, los líderes del oficialismo creen en los principios fundamentales que Chávez enarboló, el de la participación popular –en sus propias palabras el de la democracia participativa, la democracia protagónica- de los primeros, deben dejar de obstaculizar la solicitud de millones y facilitar a los venezolanos el que decidan en las urnas el modelo de país que desean.
¿Por qué temen consultar al pueblo? ¿Por qué no hacen como Chávez que emulando a Florentino aceptó el reto y decidió contarse? Demuestren que tienen los pantalones bien puestos, dejen de escudarse en leguleyerías, abusar tan groseramente del poder e instruyan a sus satélites del CNE para que cumplan con lo que es su responsabilidad: realizar prontamente referéndum revocatorio, lo que permitirá superar la sumatoria de crisis que padece Venezuela de manera pacífica, democrática, electoral y constitucional.
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