(CNN) El té verde puede potenciar el funcionamiento del cerebro e incluso podría ser usado para tratar enfermedades como la demencia, el alzheimer y el síndrome de down
según un estudio reciente, según el cual, el té verde tiene una sustancia conocida como EGCG, que logra incrementar la conectividad del cerebro asociada con la memoria. Afirmó Stephan Borgwadt, profesor de Neuropsiquiatría de la Universidad de Basel.
De acuerdo con Mara Dierssen, líder del grupo del grupo de Biología de Sistemas del Centro de Regulación Genómica, el consumo de té verde también puede hacer que la plasticidad del cerebro cambie por lo que puede ser usado para tratar enfermedades.
“Se cree que no hay una esperanza para las personas que sufren de síndrome de Down debido a su complejidad”, afirma Dierssen quien se ha propuesto demostrar lo contrario.
El síndrome de Down es un trastorno genético en el cual las personas tienen 47 cromosomas, uno más de los usuales, y que se estima que afecta de 3.000 a 5.000 niños nacidos en el mundo cada año.
La presencia de un cromosoma adicional hace que las personas con este trastorno tengan más genes en sus células –y una producción adicional de proteínas- generando discapacidades físicas e intelectuales, entre las que están la pérdida de tono muscular, ojos rasgados, la cara plana y problemas de aprendizaje.
En un estudio reciente, se analizó el efecto que podría tener el EGCG en pacientes con síndrome de Down y se comprobó que aquellos que recibieron ese compuesto del té verde presentaron mejoras en las pruebas de memoria visual y en la capacidad de controlar respuestas y hacer cálculos. Además, resonancias en el cerebro mostraron mejoras en la conectividad entre las células nerviosas y en áreas del cerebro asociadas al lenguaje.
“Con esto se comprueba que podemos tratar el síndrome de Down farmacológicamente”, afirma Dierssen, quien agrega que ahora se necesita analizar si el efecto del EGCC son “específicos para el síndrome de Down o si puede tener un efecto general en otras enfermedades del cerebro”.
Por su parte, Borgwadt dice que pensar que esa sustancia del té verde puede ser utilizada como un tratamiento para la enfermedad es algo muy optimista, ya que todavía es incierta la efectividad de la misma y a que los pacientes con ese trastorno presentan una gran cantidad de síntomas. “Se ven los efectos, pero ¿van a ser relevantes para el paciente?”, se pregunta Borgwadt.
Por ahora, los expertos aseguran que solo tomar té no va a ayudar a enfrentar la enfermedad. “No le podemos recomendar a la gente que se auto-medique con té verde porque existen diferentes variedades que tienen el compuesto en niveles distintos”, señala la doctora Claude Potier, investigadora de síndrome de Down y enfermedades neurodegenerativas en el Instituto del Cerebro y de la Médula, en Francia.
El próximo paso es probar el EGCC en niños, con quienes se podría ver un efecto más grande, ya que el cerebro es más adaptable en edades más tempranas. “Esperamos que haya más mejoras en los niños”, dice Dierssen. Tampoco se descarta que los nuevos estudios arrojen resultados positivos para combatir otras enfermedades neurológicas.
Borgwadt enfatiza que la pequeña escala del estudio y las limitaciones de sus resultados, pero asegura que hay potencial en sus hallazgos.
Gráfica de linaresrichard.com