Luis Eduardo Martínez Hidalgo http://luiseduardomartinez.com

A mitad de mis estudios de posgrado, en los Estados Unidos, debí seleccionar tutor y tema para la Tesis. Escogí a Michael Connolly, profesor en Harvard y Columbia, autor de varios libros entre ellos “Effects of currency boards and/or dollarization on risk premia in emerging markets”, como primero y luego de mucho discutir con él decidí investigar sobre si era procedente o no dolarizar a nuestra economía. Traducida libremente, la Tesis terminó titulándose “¿Es conveniente la dolarización para Venezuela?”.

El tema estaba en boga en los círculos intelectuales hispanoamericanos porque dos años antes, en medio de una gravísima crisis que le costó la presidencia a Jamid Mahuad, Ecuador había resuelto dolarizar.

Entre 1998 y 1999, Ecuador enfrentó una acelerada devaluación mientras la inflación escaló, miles de negocios cerraron, el desempleo aumentó dramáticamente, los capitales huyeron del país y la inversión cayó estrepitosamente.
Con la dolarización, Ecuador pasó a integrar la lista de una decena de naciones, además de los Estados Unidos, cuya moneda es el dólar americano y una mayor donde el dólar americano circula libremente.

La conclusión de mi Tesis fue clara en cuanto a que la dolarización era conveniente para Venezuela porque controlaría la inflación, desparecería el riesgo de devaluación, caería la prima de riesgo para el pago sobre préstamos extranjeros, haría más barato el financiamiento con tasas de interés menores tanto para el gobierno como para los particulares, disminuiría el coste de la deuda pública liberando recursos estatales para otros usos más productivos, promovería el crecimiento económico del país, en un entorno de mayor estabilidad en los movimientos internacionales de capital. A largo plazo, la dolarización limitaría la exposición a crisis monetarias y de balanza de pago, reduciría la fuga de capitales y reforzaría la estabilidad del sistema financiero, creando mejores condiciones para la inversión nacional y extranjera. Una ventaja adicional es que facilitaría la integración económica con buena parte del mundo, gracias a los menores costes de transacción y la estabilidad de los precios.

Fui también bien enfático, en precisar que si bien los beneficios de la dolarización eran muchos, esta no sería posible –por razones ideológicas- en el gobierno de Hugo Chávez Frías.

Jamás pasó por mi mente que años después, muerto el entonces Presidente, el sucesor por él impuesto, Nicolás Maduro Moros, adelantaría la dolarización pero sólo a medias.

Pues sí, el actual Jefe de Estado, promotor de lo que resta del Socialismo del Siglo XXI, ha logrado con mucho éxito la dolarización de los precios, lo que cualquiera puede comprobar con solo ir al mercado, pero se le olvidó dolarizar los salarios que es lo más importante para todos los venezolanos.

El bolívar nada vale por lo que un nuevo gobierno que pronto llegará debe analizar muy seriamente dolarizar los salarios para recuperar la capacidad adquisitiva de la familia venezolano porque los precios ya lo están.

Imagen: cortesía de Noticias Venezuela