José Dionisio Solórzano / @jdsolorzano
Rincón del Gurú-. La comunicación va a depender del proceso del pensamiento político. Debe existir ilación entre lo que pensados o profesamos desde la óptica doctrinaria y lo que defendemos desde la órbita comunicacional.
Por ejemplo, los movimientos populistas de izquierda tendrán siempre elementos discursivos fundamentales como: El imperialismo, la injusticia, la carencia de equipad, la pobreza y otros elementos.
Los populismos de derecha, sobre todo los nacionalismos, se centrarán en la: supremacía nacional, el rechazo a los inmigrantes, los valores tradicionalistas y otros aspectos.
Los dirigente socialdemócratas, socialcristianos, conservadores y progresistas, unos más a la derecha o a la izquierda que otros, moldearán su discurso para crear una simbiosis perfecta entre lo que piensan y lo que dicen.
¿Qué pasa si un líder socialcristiano defiende el aborto o el matrimonio homosexual? Sin duda será rechazado por el núcleo esencial de su votación, por el contrario si un progresista o socialdemócrata defiende el derecho a la vida sobre el aborto o el matrimonio tradicional sobre las nuevas modalidades, entonces estaría entrando en un conflicto entre lo que dice y lo que debería pensar.
En el esquema mental de los electores existen conceptos preestablecidos y consolidados. Cuando los paradigmas se rompen causan un ruido en el proceso de comunicación, produciendo desconfianza y resquemor entre los públicos metas.
Con respecto a los liberalismos encontramos un caso de digno ejemplo.
Los defensores internacionales, o por lo menos de habla hispana, son jóvenes formados en la mentalidad liberal que une valores de libre mercado con principios de liberalismo moral.
En síntesis, un liberal rechazará el Estado o abogará, por lo menos, para su empequeñecimiento paulatino, y a la vez será defensor de la libertad de género, “cada quien es dueño de su cuerpo”, dirían con lo cual expresan su apoyo a luchas de género como el aborto, el uso de métodos anticonceptivos, entre otros.
El liberal, en el fondo, muestra vicios de populismo no desde la óptica marxista o fascista, si de extremos de izquierda o derecha hablamos, pero sí aboga por una libertad, inclusive excesiva, que raya en una forma de populismo a lo liberal.
¿Entonces? Desde la visión comunicacional nuestro candidato tiene que tener claro lo que piensa y lo que representa antes de estructurar su discurso político.
Cuando los electores nos perciben de una forma, cuando ya tienen una opinión de nosotros y de lo que creen que encarnamos, romper este criterio generaría un ruido que fulminaría, de lleno, la credibilidad del dirigente político.
Un error entre lo que se percibe de nosotros y lo que decimos o hacemos, puede costarnos no solo una elección sino toda una carrera pública.
Para finalizar, cuando un asesor comunicacional empieza a trabajar con un aspirante a presidente, gobernador, alcalde o diputado, tienen que crear una sintonía efectiva entre el partido, la imagen preconcebida del asesorado y los planteamientos de éste.
Si no existe esa convergencia, entonces se perdería el tiempo y la inversión.
¡Comunícate y hazlo bien!

Imagen: cortesía de Kathejon.com