José Dionisio Solórzano / @jdionisioss
Rincón del Gurú-. Existen mensajes que se parecen a su emisor, mientras otros que son totalmente lo contrario.

Cuando nos parecemos a lo que decimos, entonces nuestros niveles de credibilidad aumentarán y nuestras palabras serán percibidas y concebidas como una verdad.

En cambio, si no nos parecemos a aquello que pregonamos, entonces nuestros mensajes carecerán de credibilidad y de veracidad para aquellos que lo reciben.

Si hablamos de orden y rectitud y tenemos una vida licenciosa, lo normal es que muy pocos nos crean capaces de ser fomentadores de una política de ordenamiento, porque “ni nuestras vidas lo están”.

Esto es fundamental a la hora de estructurar un mensaje que esté acorde con una intencionalidad estratégica y que pueda generar impacto en el público objetivo.

En otras palabras, nuestra prédica tiene que tener consonancia con nuestras obras. De lo contrario estaremos huérfanos de efectividad en la penetración de los públicos metas que nos preestablezcamos.

Debe existir ilación entre lo que decimos y lo que hacemos. De no ser así, nuestros mensajes generarán ruido y por lo tanto serán rechazados por aquellos que deben asimilarlos y comprenderlos en la justa dimensión estratégica.

Cuando el mensaje emitido por nuestro candidato u organización posee características que se asemejan al emisor del mismo, entonces podrá ser aceptado, y si además el mensaje responde a una necesidad de la colectividad, aquí el mismo será apoyado.

Entonces, debe existir una sinergia entre lo que somos y lo que decimos, y éste último aspecto debe responder a una inquietud, necesidad o aspiración puntual de los públicos.

Si le mensaje no crea una sensación positiva en los receptores, podrá ser comprendido, e incluso asimilado, pero no será apoyado, es decir este receptor no se convertirá en elector o en cliente, de acuerdo con el caso y de quien sea el emisor.

Además, una buena política de comunicación y manejo de climas puede generar la necesidad. Es decir, luego de diseñado el mensaje podemos crear la pregunta que éste responderá.

En comunicación política, en ocasiones se crea el enemigo, al cual derrotaremos. Lo que no es otra cosa que fomentar un ambiente propicio para el mensaje que deseamos difundir.

Lo que es igual a: Emisor + Mensaje + Necesidad + Escenario.

No obstante, la fórmula no se queda aquí. Hacen falta otros factores que precisar.

A lo expuesto tenemos que sumarle la ilación o empatía en el público determinado. No todos los mensajes son para todas las personas o nichos de mercado.

Y esto tenemos que tenerlo claro; debemos organizar nuestro mensaje manteniendo una ilación entre éste y quienes lo reciben.

Es decir la fórmula completa sería: Emisor + Mensaje + Necesidad + Escenario + Público: Éxito.

¡Comunícate y hazlo bien!

Imagen: cortesía de la Universidad de Piura