José Dionisio Solórzano / @jdionisioss
Rincón del Gurú-. Para aquellos que están familiarizados con la serie que trasmite la cadena televisiva HBO, Games Of Thrones, podrán recordar una de las mejores frases de Lord Varys aquella que dice: “el poder reside donde los hombres creen que reside, es un truco, una sombra en la pared”.

El poder, la fuerza política, la imagen pública, lo que transmitimos es, como dice el personaje nacido de la pluma de George R.R Martin, simplemente una “sobra en la pared”.

Somos lo que otros creen que somos, no lo que en realidad creemos ser. Así dicho en otras palabras, en una especie de trabalenguas.

El poder político, la influencia, el liderazgo, la conducción de un equipo de trabajo, toda forma parte de la percepción, de aquellos que proyectamos que no es necesariamente lo que somos en realidad.

Las comunicaciones crean la “sobra en la pared”, las comunicaciones estratégicas elaboran los “trucos” para que los públicos objetivos crean lo que deseamos que tengan por verdad.

Cuando tomamos un producto en un anaquel, lo hacemos más motivados por la carga de valores suministrados por medio del marketing y de las comunicaciones, que por el real gusto o necesidad de poseerlo.

Cuando un elector, en condiciones políticas normales, deciden votar por tal o cual candidato lo hace influenciado por una serie de mensajes que diseñaron en su mente una serie de iconos, valores, percepciones y creencias que lo empujan a ello.

¿Por qué los norteamericanos votaron por Donald Trump? ¿Y por qué lo hicieron cuando previamente habían apoyado a Barack Obama, un candidato de características totalmente diferentes al magnate republicano? La simpatía que generan los candidatos surge de valoraciones que como sombras se proyectan en la pared de la mente de cada votante.

¿Quién es el mejor aspirante a presidir un país, estado o ciudad? ¿Cuál de los desinfectantes es mejor, entre aquellos que vemos en el mercado? Es una eterna guerra, una batalla incesante que se libra en el cerebro de los consumidores y/o electores.

Suponemos, juzgamos, ponderamos, sectorizamos y decidimos bajo el bombardeo permanente de mensajes, que nos construyen imágenes diferentes, y crean en nosotros necesidades, ideas y posiciones que antes, tal vez, no existían.

La comunicación política nos ayuda a crear la “sombra en la pared”, nos permite colocar ideas tras ideas, cual si fueran ladrillos, en el esquema mental de una determinada comunidad.

¿Hitler o Trump crearon la xenofobia o el racismo? Obviamente que no, estos sentimiento ya existían en el cuerpo social de Alemania y de los EEUU, respectivamente.

Su éxito radicó en tomar para sí este pensamiento y transformarlo en discurso y pregonarlo por doquier, proyectando en la pared su sombra de poder.

¿Estamos listos para entender las razones por la cual algunas sombras opacan a otras? ¿Podemos asimilar la dinámica psicológica en la estructuración de un discurso? Estas son las preguntas que debemos hacernos a la hora a entrar en el reto de ser proyectores de sombras, hacedores de trucos.

¡Comunícate y hazlo bien!

Imagen cortesía de La sombra, creencias y temores.