El Papa firmó el pasado 3 de octubre, en la tumba de San Francisco de Asís, la encíclica «Fratelli tutti» sobre la fraternidad y la amistad social, inspirada en los escritos del religioso y místico italiano “Miremos, todos los hermanos, al buen pastor que sostuvo la pasión de la cruz para salvar a sus ovejas”.

«Fratelli tutti» es la tercera encíclica en los ocho años de pontificado de Francisco. Causó polémica, incluso cuando sólo se conocía el título, constituyéndose en una pieza muy importante para la doctrina social de la Iglesia.

A nadie debe extrañar el enfoque porque continúa una traza que se inició con León XIII y “Rerum novarum” en la cual se aborda la cuestión social. Pío XI en “Quadragesimo anno” tratando temas laborales. Juan XXIII en “Mater et Magistra” refiriéndose a los campesinos también con “Pacem in terris”. Pablo VI y el progreso de los pueblos en “Populorum progressiom”. Juan Pablo II con pronunciamientos trascendentes en el “Trabajo Humano”, “Solicitud de la cosa social”, “Centesimus annus”,Veritatis splendor”, “Evangelium Vitae” sobre el valor de la vida. “Caritas in veritate” de Benedicto XVI y la previa del hoy supremo pontífice “Laudato Si” sobre el medio ambiente.

En la encíclica el Papa critica al individualismo que “no nos hace más libres, más iguales, más hermanos”; al neoliberalismo que sirve a los intereses de los poderosos pero también al populismo que usa “demagógicamente” a los débiles para sus fines; la especulación financiera “con la ganancia fácil como fin fundamental»; los nacionalismos “cerrados” que se basan en “el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás” y el maltrato a los inmigrantes.

Afirma Francisco que «el mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer como dogma de fe. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente» a la par que proclama la urgencia de alcanzar la globalización pero de los derechos humanos básicos en una planeta que asegure “tierra, techo y trabajo” y en el cual se erradique el hambre “que es criminal”.

Su Santidad llama a la construcción pronta de una «una sociedad fraternal que será aquella que promueva la educación para el diálogo con el fin de derrotar al virus del individualismo radical y permitir que todos den lo mejor de sí mismo” y un mundo de hermandad fundamentado en el respeto a la dignidad de cada ser humano y en paz, en “paz real y duradera sólo posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana».

Para quienes hacen política en Venezuela, en verdad politiquería, el Papa parece haber escrito especialmente estas frases: “Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte. La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación”.

Finalizada la lectura de “Fratelli tutti”, intercambio WhatsApp’s con un amigo, casi hermano, que ha tenido como yo el privilegio de encontrarse con el Papa Bergoglio y coincidimos que con la fe es un defensor del humanismo “al servicio del bien común” como lo precisó en “Laudato si”, de un “humanismo integral”, de un “nuevo humanismo” para el cual hay que educar, un humanismo social y político que haga posible la construcción de un mundo nuevo en la normalidad postcoronavirus. Otra vez con Venezuela: mi amigo me cuenta que de la conversación con Francisco recuerda “su interés por el país y particularmente su deseo de que la situación política económica y social pudiese resolverse en paz”. El Papa –me confesó- nos exhortó a “promover a todo trance el diálogo humanista, tolerante, de aceptación mutua”. En eso andamos.

(*) Luis Eduardo Martínez. Analista político. Rector de la UNITEC- Venezuela y Chancellor de la MAU- USA.

Imagen: Su Santidad el Papa Francisco.