Hace pocos días culminé la lectura de un fascinante libro autobiográfico, el best seller “La Bailarina de Auschwiht”.  Su autora Edith Eger, junto a su hermana, sobrevivió al holocausto en los campos de concentración nazis de Auschwiht durante la segunda guerra mundial.

Su lectura me llevó a reflexionar sobre la profunda crisis que vivimos los venezolanos. Así como en los campos nazis, conspiraban para que los prisioneros perdieran toda esperanza, en Venezuela, las circunstancias adversas del día a día nos mantienen en una constante lucha ante la incertidumbre, la impotencia, la humillación y la depresión que pone en riesgo la salud física y mental.

Así como “La Bailarina de Auschwiht” se aferró a sobrevivir, los venezolanos, más allá de un presente caótico, debemos cambiar la actitud para no caer en la desesperanza y la inacción inducida.

El antisemitismo pareciera ser en nuestros países una estrategia política que se evidencia en la persecución, amedrentamiento y encarcelamiento a todo aquel que pudiesen representar un peligro para los intereses del régimen, en los allanamientos, las detenciones arbitrarias, el ataque premeditado a los que participan en las marchas de protesta, la destrucción con alevosía y premeditación de monumentos icónicos y el inhumano tratamiento a presos políticos.

Mientras leía a Eger visualizaba el paralelismo abrumador entre la hambruna de los prisioneros en las barracas de los campos de concentración nazis que peleaban por la posesión de un pedazo de pan robado a sus guardianes, y la disputa en las calles de Puerto Ordaz o en cualquier calle de Venezuela entre personas, aves carroñeras y perros por los desechos orgánicos en la basura nauseabunda acumulada.

De la misma forma que los judíos recurrieron a documentación falsa o cualquier artimaña que les permitiera escapar de la despiadada persecución de los nazis, los venezolanos huyen a otros países en la búsqueda de mejor calidad de vida y para ayudar a sus familias que permanecen atrapadas en el país. Otros escapan de la persecución política.

Edith Eger venció las adversidades del holocausto, es psicóloga y triunfadora. Sobrevivir es un reto que impulsa a la reconstrucción individual que sólo es posible fortaleciendo el espíritu.

Concluyo con las palabras de la autora que me inspiró escribir este artículo, “Tenemos la capacidad de escapar de las prisiones que construimos en nuestras mentes y podemos elegir ser libres, sean cual sean las circunstancias de nuestras vidas”. La decisión es solamente tuya.

Rosa Rosal.  Profesora de la Universidad de Oriente (UEPO) Venezuela. rosarosaldp@gmail.com