Maradona fue un jugador de fútbol excepcional y un ciudadano de dudosa moralidad.
Fue drogadicto impenitente cuya vida pendió de un hilo varias veces hasta que llegó el momento en que no pudo más, precisamente hoy cuando se están cumpliendo 4 años del fallecimiento de su ídolo político, Fidel Castro.
Maradona fue campeón del mundial de fútbol 1986 con Argentina, evento en el cual anotó un gol con la mano, al que llamó «La mano de Dios», y firmó otro gol, una verdadera joya, considerado el mejor gol de los mundiales hasta ahora, porque tomó el balón desde la media cancha y dribló a toda una muralla de piernas enemigas hasta meterlo entre los tres palos, mientras caía en cámara lenta entre los aplausos de admiración de un estadio lleno hasta las banderas.
Era toda una sensación con la pelota en las piernas, una leyenda como Pelé y Messi, a juicio de muchos los tres mejores jugadores de todos los tiempos.
Pero podría decirse que lo que hacía con los pies Maradona lo deshacía con sus actitudes, con su vida díscola y alocada, regada del polvo de cocaína que lo puso al borde de la muerte en ocasiones. Vivió así, siempre retando al destino, driblando, gambeteando a la muerte cuando la veía venir, hasta hoy cuando sus piernas no dieron más y el destino lo alcanzó, lamentablemente.
A la hora de juzgarlo habrá que separar su brillante performance en la cancha, de su vida ciudadana sembrada de desaciertos.
No fue un ídolo con pies de barro. Más bien fue un ídolo de barro con las piernas bien asentadas en la cancha, pero no con los pies firmes en la tierra.
Lo llorarán a mares en Argentina y tendrán razón aquellos que prefieren mirarlo como el futbolista que les dio alegrías inconmensurables a sus connacionales, pero aquí se le recordará como el individuo que avaló la insólita violación de los derechos humanos por parte de sus amigos del régimen.
Así pasó a la historia otro argentino, Jorge Luis Borges, insigne escritor aliado de sátrapas como Videla y Pinochet en cuyas manos comía opíparamente mientras sus compatriotas desaparecían y eran asesinados en los ominosos centros de tortura de la Armada.

(*) Comunicador Social. Analista político. Ancla de Unión Radio PLC.

Imagen: Diego Armando Maradona (Cortesía de https://www.laverdaddeceuta.com)