Chelique Sarabia tenía el mágico atractivo de las personas auténticas para quienes la fama solo es un elemento de comunión con los demás, y no para sentirse poderosos y mirarlos por encima del hombro. Eso era lo que me hacía respetarlo.

Hablaba con la humildad del sabio verdadero, sin aspavientos ni imposturas, y contaba sus aventuras en la música como un cuento más al que no le daba mucha importancia, como aquella vez que le pregunté en qué se había inspirado para componer Mi propio yo , una canción que a mí particularmente me parece hermosa y profunda.


«Se me ocurrió escribirla un día que Rosa Virginia (Chacín, la intérprete de muchas de sus composiciones) me preguntó: ¿Por qué tus canciones son tan tristes? Y cuando estaba afeitándome, me acordé de eso, y entonces cogí papel y lápiz y la escribí de un solo tirón».
Así escribió también la canción que le dio popularidad en todo el mundo, Ansiedad moldeada con los versos acariciantes del excelso poeta que ya se avizoraba en aquel adolescente cargado de sueños y deseos de abrirse paso en el difícil y competido mundo de la música latinoamericana.


Lo consiguió con tesón, superando el estigma del primer gran éxito tempranero que muchas veces solo ha servido para marcar a artistas que son conocidos por una sola canción, tal cual ocurrió con Diego Verdaguer, también recientemente fallecido, con Volveré; Las Águilas con Hotel California, o Jim Croce con El tiempo en una botella, por solo mencionar algunos casos emblemáticos.


No, Chelique, a pesar de haber empezado muy joven, tuvo de su lado la inteligencia y la musa suficientes para producir numerosas melodías de sublime belleza, como Chinita de Maracaibo, En este país, No te muerdas los labios Cuando no sé de ti , Cosas como tú, Ya no extraño tu ausencia y tantas otras que han quedado asentadas en el corazón de los venezolanos.


Chelique amaba entrañablemente a esta tierra a la que le cantó con amor y por la que tanto se preocupó, pues, como demócrata cabal, veía con preocupación su desmoronamiento de los últimos años.


Nacido hace 81 años en La Asunción de mi bella isla de Margarita, oriental de pura cepa, se fue está semana aquí en Anzoátegui, como los grandes: arropado por el amor y el orgullo de su pueblo y la satisfacción del deber cumplido. Y su alma llevaba tanta música que hasta Dios debe haber salido a recibirlo en persona.


¡Descansa en paz, Maestro!

Autor: Lic. Alexis Rosas.

Imagen: Chelique Sanabria. Cortesía de https://thegoaspotlight.com/