Un alto porcentaje de animales de consumo humano, sobre todo cerdos y aves, infectados con cepas de la bacteria Enterococcus resistente a las familias de antibióticos fenicoles, macrólidos, aminoglucósidos y betalactámicos, detectó la doctora Lorena Abadía Patiño, del Instituto de Investigaciones en Biomedicina y Ciencias Aplicadas “Doctora Susan Tai” de la Universidad de Oriente, en un estudio que realizó en varias haciendas y granjas de los estados Monagas y Anzoátegui.
Este hallazgo es importante para la salud de las personas, debido a que el uso y abuso de los antibióticos en animales de consumo humano, para prevenir y tratar infecciones así como promover el crecimiento, no sólo ha traído como consecuencia la aparición de bacterias resistentes a los antimicrobianos, sino que estos microorganismos puedan ser transmitidos al ser humano directamente o a través de los alimentos, reduciéndole así las opciones terapéuticas en el momento de tratarle la infección.
«Por esa razón, en Estados Unidos y Europa se ha prohibido el uso de antibióticos como factores de crecimiento animal», dice Abadía Patiño, Coordinadora del Laboratorio de Resistencia Bacteriana del IIBCAUDO, en el estudio sobre “Perfil de resistencia antimicrobiana de especies de Enterococcus aisladas de animales de consumo humano”, que desarrolló con la colaboración de Sophy Nazaret Guerra, tesista de dicho laboratorio, y José Enrique Fendel, del Instituto de Investigaciones Agropecuarias del Núcleo de Monagas de la UDO.
Esa investigación tuvo como objetivo determinar a nivel gastrointestinal la presencia de especies de Enterococcus resistentes a los antibióticos de uso humano, y el microorganismo infeccioso en la que se centró se caracteriza por tener tropismo –afinidad- por el corazón-, por lo que causa en este órgano una infección denominada endocarditis, además puede provocar a las personas bacteriemia – presencia de la bacteria en la sangre-, sepsis – síndrome de respuesta inflamatoria sistémica, infección grave de varios órganos que afecta el endotelio vascular-, e infecciones urinarias.
Abadía Patiño informa que se estudiaron 180 animales: 78 vacas y toros (bovinos), 11 ovejos (ovinos), 10 chivos (caprinos), 15 cerdos (porcinos), y 66 pollos y gallinas (aves), a los cuales se les realizó hisopados rectales entre abril y junio de 2009, para aislar de las muestras las cepas de Enterococcus. .
En total, se estudiaron 171 cepas de Enterococcus, de las cuales 66 estaban colonizando al 83% de los bovinos; 10 al 80% de los caprinos; 9 al 64% de los ovinos; 15 al 100% de cerdos y 71 al 74% de las aves. Es decir, que los más afectados fueron los cerdos, ya que todos eran portadores de esa bacteria infecciosa, y las 61 aves de corral, porque estaban colonizadas con 71 de las 171 cepas estudiadas.
Para identificar a qué especies de Enterococcus pertenecían las cepas halladas en esos animales, Abadía Patiño dice que se aplicó la técnica denominada Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR, por su siglas en inglés), que permitió determinar que 107 cepas eran de E. gallinarum, 63 de E. casseliflavus y 1 de E. faecium.
Mientras que para precisar el perfil de susceptibilidad de esas especies de Enterococcus a los antibióticos de uso humano se utilizó el antibiograma, una prueba microbiológica que se realiza para determinar la sensibilidad de una colonia bacteriana a un antibiótico o grupo de antimicrobianos.
Los resultados fueron los siguientes: bovinos, 7 % de las cepas resistentes a vancomicina y 5 % a eritromicina; caprinos, 10 % de las cepas resistentes a eritromicina; ovinos, 11 % de las cepas resistentes a eritromicina; porcinos, 27 % de las cepas resistentes a ampicilina, 47 % a estreptomicina, 7 % a cloranfenicol y 40 % a eritromicina; aves, 8 % de las cepas resistentes a ampicilina, 18 % a gentamicina, 42 % a estreptomicina, 32 % a cloranfenicol y 84 % a eritromicina.
“La diseminación de bacterias de animales al ser humano a través de la cadena alimenticia se ha convertido en un problema difícil de solucionar, debido a la aparición de la resistencia y la tendencia de ésta a persistir”, subraya Abadía Patiño, por lo que recomienda establecer programas de monitoreo de la resistencia antimicrobiana, para detectar nuevos problemas emergentes de resistencia relacionados con animales y alimentos.