*Nunca como ahora ha sido más peligroso el ejercicio del periodismo en Venezuela. Nunca como ahora los periodistas hemos tenido que andar mirando por encima del hombro ante la posibilidad de ser seguidos por un gendarme del régimen, molesto por alguna noticia que desnudara sus corruptelas. Son los mismos que en el pasado acudían ante el periodista para denunciar la violación de sus derechos, pero que, una vez en el poder, se olvidaron de sus deberes y cargaron contra los derechos de los demás, en un círculo vicioso que se estrecha más y más contra el periodista, a medida que se han ido dinamitando los puentes de la democracia y, en su lugar, se han ido abriendo trochas y caminos verdes poblados por asaltantes de caminos que paso a paso han ido destruyendo el país*.
*Pero no podemos doblegarnos. Antes como ahora, los periodistas hemos debido sacar fuerzas de flaqueza para cumplir la misión de buscar la verdad, en la eterna lucha de garantizar el derecho de los pueblos a la información, al denunciar las triquiñuelas de quienes actúan a espaldas del país que los eligió*.
*En noviembre de 1992, durante el segundo intento de golpe del chavismo, estábamos transmitiendo en Radio Rumbos cuando de pronto fuimos asaltados por un grupo de funcionarios de la Disip enviados por el gobierno de Carlos Andrés Pérez. La intención era impedir que siguiéramos dando a conocer los acontecimientos de ese día, pero logramos mantenernos de pie, a golpe limpio, defendiendo nuestro derecho a expresarnos, testimonio de lo cual quedó registrado en el único micrófono que se salvó aquella tarde aciaga cuando periodistas de otros países que cubrían los sucesos se trasladaron a la emisora, poniendo en fuga a los agresores. *
*En aquella oportunidad, los mismos que ahora persiguen al periodismo independiente elevaron su voz de protesta por la agresión. Entonces me convencí de que el periodista que ama su profesión debe estar siempre en el centro de los acontecimientos. Eso es lo que la hace interesante, emocionante y responsable. Así, el mismo espacio que le dimos a Hugo Chávez cuando estuvo preso, se lo dimos a Pérez cuando cayó en desgracia y se lo daremos a quienes ahora detentan el poder, cuando ocurra lo que inexorablemente tiene que ocurrir. No podemos hacer distinción alguna, porque cuando el periodista parcializa su postura o llena de odio el tintero de sus decires, tuerce su camino y pierde su esencia, como la pierden los jueces amanuenses del régimen o los diputados que traicionan por treinta drenarios al pueblo que los eligió. Y no podemos darnos ese lujo. Porque sin un periodismo fuerte, imparcial, honesto, el país se hundirá definitivamente en el abismo insondable de la corruptela y la mediocridad*
*Usted dirá que eso nos coloca en minusvalía ante el poder, y es cierto, pero también nos da autoridad moral para continuar en la lucha por el país que queremos, buscando el regreso de tantos colegas valientes que debieron salir apresuradamente por tener a los policías del Gobierno pisándoles los talones; y, con ellos, la vuelta de tantos compatriotas extrañados de la patria por la mala praxis gubernamental de los últimos veinte años*.
*Esa misma autoridad moral es la que nos da el impulso para erigirnos frente al poder que nos agrede y, parodiando a Emile Zola, en el juicio a Dreyfus, decirle: Ustedes tienen la fuerza de las armas, nosotros tenemos la fuerza de la pluma y la historia dirá cuál de los dos perdurará_*
(*) Comunicador Social UCV. Ancla de Unión Radio 93.7 FM Puerto La Cruz, Venezuela.
Imagen: Al igual que un pájaro enjaulado, la pluma del periodista se abre a la libertad. (Cortesía youtube pájaro enjaulado)