Tras el cierre apresurado de las escuelas y universidades por el COVID19, y la continuidad de la vida académica vía remota comienzan, en buena parte del mundo, las vacaciones “de verano”. Según la UNESCO 1.184.126.508 estudiantes en 143 países culminaron en confinamiento sus respectivos periodos con más o menos éxito. No fue fácil.
Con mucha improvisación y un gran esfuerzo de docentes, familia y estudiantes hicieron posible que, salvo por poco, las lecciones no se detuviesen y millones de hogares se transformaron en aulas. La deficiente conexión, equipos inadecuados, falta de preparación de profesores y maestros, alejamiento de los pares, fueron suplidos con un empeño colectivo que debe ser reconocido universalmente. Muchos hablan de los héroes de la salud, refiriéndose al personal que tantas veces en condiciones de precariedad arriesgan sus vidas por salvar las de otros, y está bien, pero es oportuno alzar voces por los héroes de la educación que, con salarios precarios, impidieron que el proceso educativo en el planeta se paralizara por la fuerza de la pandemia.
Bajará la demanda de Zoom y de otras plataformas por unas semanas y subirá la de Neflixt mientras que en medio de la expansión del virus en muchos países y los rebrotes en otros, el encierro seguirá siendo de las más comunes prácticas para cuidarse. Sobrarán los que mañana mismo añoren el retorno a clases ante la falta de oportunidades para el esparcimiento y alternativas de ocuparse.
¿Qué sucederá después, pasado el periodo vacacional?
Si bien habrá excepciones es de esperar que en lo que resta del 2020 se mantenga el modo remoto de educar. Es cierto que el no estar presente afecta el proceso de enseñanza-aprendizaje y la relación social, especialmente en los que carecen de la tecnología necesaria, creciendo las desigualdades, pero también mientras no exista una vacuna y el coronavirus haya sido erradicado, salvaguardar vidas es lo primero por lo que el volver a ver escuelas y universidades rebosantes de niños y jóvenes aun no es inmediato y ni siquiera mediato. Cada día que pasa somos más los que comenzamos a prepararnos para un 2021 y hasta un 2022 bajo formatos híbridos en el marco del lentísimo retroceso del virus.
En el caso de las Universidades, reputados especialistas comienzan a hablar del “transformative learning” buscando “crear un aprendizaje basado en la práctica empresarial, la innovación, la auto exigencia y el trabajo en equipo” combinando el aula presencial en remoto con la física que es casi un calco del modelo que sembramos y mantenemos a ultranza en la Universidad Tecnológica del Centro (UNITEC). Vendrán períodos en que los alumnos tengan asistencia física al aula con otras alternas en remoto. En palabras de Segundo Huarte, Decano de ESIC una de las escuelas de negocios de mayor prestigio en Europa, el modelo “se inspira en las nuevas formas de relacionarse, vivir y trabajar, rompiendo con formas tradicionales de enseñanza. Esta metodología transforma el aula y el campus en espacios infinitos que unan lo mejor de los dos mundos: las últimas tecnologías y el contacto personal”. En cuanto a la relación de las empresas, sigue, buscan “combinar habilidades personales y profesionales «.
A mis alumnos de último trimestre les he insistido en sesiones virtuales recientes que en el mañana que viene “nada será como antes”, que el mundo que conocieron antes que el virus escapara de Wuhan ya es pasado, que es obligatorio cambiar hábitos y conductas y que la educación se ubica a la cabeza de los cambios. En nuestro caso nos entusiasma el reto y ya hemos demostrado que sobran quienes, desde cualquier espacio y aun en las condiciones más adversas, continuarán enseñando y seguirán aprendiendo. Por cierto , también en la política venezolana “nada será como antes” pero ese tema lo abordaremos luego.
(*) Analista. Político. Rector de la UNITEC – Venezuela y Chancellor de MAU, Miami-USA.
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