Arturo Uslar Pietri Caracas- Venezuela (1906 – 2001) uno de los intelectuales más brillante del siglo XX y de las mentes más lúcidas en materia educativa, extraordinario literato y humanista. Dejó su legado como escritor, abogado, periodista, político, profesor universitario, creador de la cátedra de Economía Política de la Escuela de Derecho, cofundador de la Escuela de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV, fue ministro de Educación(1939-41), de Hacienda(1943), de Relaciones Interiores (1945), diputado (1944), senador (1958) y embajador delegado ante la Unesco (1974-78), director del diario «El Nacional» (1969/74), cofundador del Partido Agrario Nacional (1938), del partido Democrático Venezolano (PDV,1945) y del Partido Frente Nacional Democrático (1964), candidato a la presidencia de la República (1963) y perteneció a cuatro Academias Nacionales

Entre sus obras literarias destacan » Barrabás y otros relatos» (1928), «Las Lanzas Coloradas»(1931), «El Camino de El Dorado»( 1947), «Oficio de difuntos » ( 1976) y «La isla de Robinson» (1981) con la que mereció el Premio Nacional de Literatura. En 1990 recibió el premio «Príncipe de Asturias» como artífice de la novela histórica moderna latinoamericana y en 1991 gana el Premio Internacional Rómulo Gallegos, con su novela «La Visita en el tiempo».

En su libro «Educar para Venezuela» (2008) afirma que una de las grandes fallas de la educación es no formar para la vida, dice que el arte de transmitir conocimientos se ha ido transformando en una compleja ciencia abstracta y llena de filosofías, un ejercicio especulativo que encuentra dentro de sí mismo sus propias complicaciones y enigmas. L define como «morbo pedagógico», uno de los males que turban y amenazan la educación, y síntomas del desarraigo. Recordamos su frase «Sembrar el petróleo» (1936) bajo el criterio de invertir los ingresos fiscales petroleros en modernizar el país y desarrollarlo. Sus programas en la televisión «Valores Humanos» y » Cuéntame a Venezuela», su columna periodística «Pizarrón» dieron fe de su vocación de educador.

«La escuela que no enseña a vivir a nada enseña» una afirmación lapidaria de Uslar Pietri a lo que agrego «no puede enseñar a vivir quien repite teorías y nociones abstractas que no se convalidan con la experiencia de vida». Sobre la formación y utilidad de nuestro bachillerato apuntaba que el título de bachiller no significaba ninguna credencial de aptitud o habilidad para desempeñar un trabajo sino que era tan solo una contraseña para ingresar a la universidad. Me pregunto ¿ habrá cambiado esa situación ?.

Al hacer referencia a las debilidades de la educación venezolana afirmaba que se ha señalado que nuestra educación no enseña ni a leer ni a escribir, en secundaria no se enseña a redactar, dan vergüenza las faltas que cometen; la dificultad para expresarse, la pobreza del vocabulario , no leen ni escriben. Esas consideraciones de hace cuatro décadas se han venido agravando por el bajo nivel del bachillerato, donde no cursan todas las materia por falta y deserción de docentes, y el poco interés en estudiar Educación.

Afirma que hay que librar a los maestros de la pesadilla pedagógica. Es tan importante lo qué se enseña, el para qué se enseña y el cómo se enseña. Pensar más en Venezuela y en sus necesidades. Nuestra educación necesita una cura de simplicidad, regresar a lo básico y a la realidad. Preguntarnos simplemente ¿a quién tenemos que educar y, luego, ¿para qué tenemos qué educarlo? Las ideas de Uslar Pietri siguen vigentes.

Si un docente no puede alimentarse bien, no tiene seguridad social ni recursos para adquirir bienes y servicios elementales para su sustento y el de su familia, nos preguntamos ¿en esa miserable situación, ese educador por más vocación que tenga, podrá impartir una educación de calidad ?

Uslar Pietri afirmaba “con una universidad de segunda no se puede hacer un país de primera clase”. La docencia debe considerarse como un oficio de primera y valorar al educador con salarios dignos y seguridad social. Debemos luchar, denunciar y realizar aportes para elevar la estima social y situación económica del educador.

Por último, a manera de reflexión: se nos está cayendo el país y la educación. Es tiempo de actuar en consecuencia y dejar de enfocarnos frivolidades, cortoplacismo e intereses mezquinos e individualistas. Seamos serios pensemos en Venezuela.

Por Gilberto Bruzual Báez. Profesor universitario.

Imagen: Arturo Uslar Pietri. (Cortesía de ivoox.com)