En esta nueva entrega de nuestra conversación con el Embajador Jorge Román Morey, retomamos una fascinante entrevista para adentrarnos en uno de los rituales más enigmáticos del Vaticano: el sellado de los aposentos papales y la simbólica destrucción del Anillo del Pescador, emblema del poder pontificio. Aprovechamos la ocasión para hacer un aparte y formularle una pregunta clave que revela detalles poco conocidos de este ceremonial cargado de historia y significado.
P.— Embajador Román, ¿podría explicarnos con más detalle cuál es la función del Camarlengo al cerrar los aposentos del Papa y destruir el Anillo del Pescador? ¿Por qué se realiza este procedimiento?
R.— Por supuesto. Esa es, de hecho, una de las primeras acciones que realiza el Cardenal Camarlengo cuando asume sus funciones tras la muerte del Papa. Tradicionalmente, él, acompañado por un pequeño grupo de cardenales, lleva a cabo el ritual de verificación del fallecimiento. Se le pregunta al Papa, en voz alta y tres veces, su nombre de pila —por ejemplo: “Francisco… Francisco… Francisco…”—, esperando alguna respuesta. Este gesto busca confirmar que ya no hay signos vitales.
Antiguamente, incluso se hablaba de un pequeño martillo de plata con el que se daban tres leves golpes en la frente del Pontífice como parte del protocolo. Al no obtenerse respuesta, el Camarlengo pronuncia una fórmula en latín: «Vere Papam mortuum esse» —es decir, “Verdaderamente el Papa ha muerto”—. Luego se procede a firmar los documentos oficiales y se certifica su muerte con la intervención del médico correspondiente.
Acto seguido, se lacran los aposentos papales. Esto implica vaciar la habitación, cerrarla con una cinta que une ambas hojas de la puerta, y aplicar un sello especial con lacre para garantizar que nada sea alterado. Esta medida protege los bienes y documentos personales del Papa fallecido. Los aposentos sólo serán abiertos por orden del nuevo Papa, quien determinará el destino de los objetos dejados por su antecesor.
P.— ¿Y qué ocurre con el Anillo del Pescador?
R.— Ese anillo, conocido como “Piscatori”, es uno de los símbolos más importantes del papado. Representa a San Pedro, pescador de hombres, y se entrega al nuevo Pontífice durante la ceremonia de entronización en la Plaza de San Pedro. Tradicionalmente, el Papa elige entre dos modelos antes de su investidura. Ese anillo, que durante siglos se usó para sellar documentos, representaba la autoridad pontificia.
Hoy en día, aunque ya no se lacran documentos como antes, el simbolismo permanece. Una vez confirmado el fallecimiento del Papa, el Camarlengo destruye el anillo con un cincel, partiéndolo por la mitad. Esto evita cualquier intento de falsificación de documentos en nombre del Papa difunto. Las piezas del anillo suelen conservarse en los Museos Vaticanos.
Existe una leyenda —no comprobada— que sugiere que el metal del anillo destruido se funde para fabricar el nuevo anillo del siguiente Papa. Sin embargo, lo que sí sabemos es que el Papa Francisco, fiel a su humildad, rechazó el tradicional anillo de oro y eligió uno más sencillo: de plata bañada en oro, con el mismo diseño que usaba cuando era arzobispo de Buenos Aires. A su fallecimiento, no fue enterrado con el Anillo del Pescador, sino con su anillo episcopal. El Piscatori, como establece el protocolo, fue destruido.
Y hasta aquí esta parte de la entrevista. En la próxima entrega, presentaremos un glosario con los términos más relevantes del ceremonial vaticano ante la muerte de un Papa.
Por: Lic. Víctor Mendoza Coronado. CNP 23782.
Imagen: El Cardenal Camarlengo selló las habitaciones del Papa Francisco. (Cortesía https://www.aciprensa.com)