La educación es tan antigua como la historia del hombre. Al principio, por su carácter clasista, solo sectores privilegiados tuvieron acceso a la educación. En la India su finalidad era eliminar la ignorancia espiritual (moksha). En la China, bajo el pensamiento de Confucio, la educación estaba dirigida clases sociales privilegiadas y contemplaba la preparación moral, intelectual y para la guerra. El maestro era un guía superior destacado en inteligencia, honestidad y formación que enseñaba el camino al conocimiento.
En el antiguo Egipto la educación comprendía el estudio de religión, lectura, escritura, matemáticas, urbanidad, natación, gimnasia, entre otros. La mayoría de los maestros pertenecían a la casta de los sacerdotes. Consideraban a la educación como un instrumento para alcanzar honores y bienes de fortuna. La formación moral y religiosa era cultivada en el hogar.
En las Ciudades-Estados de Atenas y Esparta la educación tenía por objeto la formación de minorías para su participación en la vida política y civil de la polis. En Atenas se puso énfasis en la cultura, mientras que en Esparta se educó para la guerra. Posterior a los siglos III y II a.c., la cultura y la educación en Grecia recibió la influencia de Roma. Tras la conquista de Roma, en Grecia los jóvenes aristocráticos recibieron educación de maestros griegos.

Fernando Savater, en «El Valor de educar» , cita las diferencias entre el pedagogo- educador y el maestro-instructor «el pedagogo era un fámulo (sirviente del hogar) que convivía con los niños y adolescentes, instruyéndolos en los valores de la ciudad, formando su carácter y desarrollo moral, y el maestro era un colaborador externo de la familia que enseñaba conocimientos instrumentales como la lectura y la escritura, es decir, el pedagogo era un educador y el maestro, un simple instructor que tenía una función secundaria, conceptos que requieren ser analizados aparte y en mayor espacio y que a veces se emplean como sinónimos» (2007:45).

Defino la educación como un proceso integral, complejo y continuo que le permite al hombre ir modificando en forma positiva su conducta, afectos y aptitudes a través del aprendizaje de conocimientos, hábitos, destrezas y de valores para participar en la sociedad en forma pacífica, civilizada respetando a los demás seres humanos, a la ley y al medio ambiente. La enseñanza-aprendizaje de conocimientos, técnicas y destrezas para una profesión debe ir acompañada de la siembra y cultivo de sentimientos, solidaridad social, valores que sin ellos se estarían fabricando robots donde los derechos humanos no tendrían valor ni respeto.
Valores fundamentales a cultivar son la libertad y la democracia para que pueda existir una nación de ciudadanos prósperos, trabajadores, amantes de la paz, la justicia, y respetuosos de las leyes que sepan ejercer, defender y reclamar sus derechos políticos, laborales, económicos, sin miedo.
Por Gilberto Bruzual Báez. Profesor universitario.
Imagen: Cortesía de Campaña Mundial por la Educación.