Puerto Ordaz, gracias a la impecable gestión del Ing. Leopoldo Sucre Figarella como Ministro presidente de la Corporación Venezolana de Guayana, fue considerada por sus Empresas de Guayana, productivas y eficientes, su planificación y limpieza, como «Tacita de ORO» y «Polo del desarrollo». Muchos jóvenes profesionales y mano de obra calificada sembraron su sueños en esa hermosa y prometedora región del sur del país
Con atractivos turísticos de impactante belleza. Sus majestuosos ríos Orinoco y Caroní, su eco-museo con la plaza “El Agua”, sus parques naturales emblemáticos: La Llovizna, con su teatro de piedra al aire libre; el Cachamay, lugar de recreación, entretenimiento y ejercitación; la Fundación en San Félix; y sus amplias y ornamentadas avenidas. Universidades, entre ellas, la Universidad de Oriente y la Universidad Católica Andrés Bello, tienen asiento en la región de Guayana.
Hoy día sólo queda la añoranza tras años de destrucción, producto de la ignominia e improvisación gubernamental. Puerto Ordaz es hoy una pobre ciudad maltratada y abandonada. Sus calles y avenidas permanecen oscuras en la noche. Es una ciudad convertida en basurero público, donde zamuros, perros y personas se disputan los restos de comida, entre los olores nauseabundo de desechos orgánicos y aguas negras que impide el tránsito.
Los vendedores ambulantes proliferan indiscriminadamente, unos buscando el sustento diario, otros para especular con la necesidad ajena. A este escenario se suma la delincuencia que comete sus fechorías con impunidad. Los negocios formales bajan su «Santa María» por la imposibilidad de sortear la crisis que pareciera eterna.
Las empresas básicas, orgullo de los guayaneses, del país y del mundo, están desmanteladas. El deterioro ambiental es grande, muchos arboles han enfermado por la invasión de la parásita “guate ‘e pajarito”. La maleza bordea calles, avenidas, aceras, parques e islas, sirviendo de escondite a antisociales y alimañas. Se han robado las cercas de los parques. Destruyeron redomas, avenidas y plazas.
No hay vigilancia oficial y se irrespetan las normas de bioseguridad del Covid 19. En mercados, paradas y dentro de las unidades de transporte público, la gente circula sin tapabocas y los buses andan abarrotados. De aumentar el contagio, sólo existen dos hospitales.
Nos mantiene la esperanza de que esta situación cambie. Que hombres y mujeres probos, competentes y afectos a la ciudad la saquen del oscurantismo al que la tienen sometida gobernantes advenedizos que sólo los mueve el poder y el dinero fácil.
(*) Rosa Rosal. profesora universitaria jubilada. Unidad Experimental de Puerto Ordaz de la Universidad de Oriente.
Imagen: Zamuros en la calles de Puerto Ordaz. (Cortesía de Construye país).