Por: Juan Ramos Cardozo (*)

Hoy iniciamos la tradicional Semana Santa hasta el próximo Domingo de Resurrección. También, la cuarta semana de estar en la cuarentena o distanciamiento social.  Ya han transcurrido unos veintiún días. Han sido múltiples emociones que nos ha tocado vivir en los diferentes ámbitos de convivencias.  En cada situación hay un aprendizaje y una enseñanza en particular. 

Desde hace un tiempo hemos sido «unos ciudadanos privilegiados» en acumular tanta experiencia para vivir en ambientes de incertidumbres y cambios en el país.  Hemos fortalecido nuestro ADN al máximo con toda la resiliencia necesaria para enfrentar muchos desafíos. 

Los desafíos ahora, con mayor énfasis en lo planetario, nos llevan a una profunda reflexión de todo nuestro quehacer y estructuras mentales.  Un profundo reto para el pensamiento flexible. La auto evaluación y valoración.  Revisar nuestro propósito de vida y su alineación con el Planeta.

Si de algo debemos está seguro en estos días, es que el planeta es un ser viviente y necesitamos una comunión en armonía y equilibrio en nuestras relaciones con él. 

En estos tiempos en que la mirada hacia afuera es a través de las redes sociales, cada vez menos confiables en la calidad de la información que ofrecen. Es la oportunidad de empoderarnos en nuestra «Divina Presencia«, «Yo Superior«, «Dios» o  «Jehová«, independiente del término que usemos para referirnos a quien le confiamos y le rendimos el atributo de nuestra fe y esperanza. 

Es tiempo de mayor comunicación y coordinación con nuestros clientes, equipos de trabajo, familiares, amigos para afrontar los retos que esta situación plantea. 

Estoy seguro que: si usamos esa mirada hacia lo interno, ese refrescar nuestro propósito de vida, y trabajamos en la construcción de un porvenir mejor para nosotros y el planeta desde la visualización y el lenguaje positivo generativo, todos bajos a salir fortalecidos. 

La semana Santa siempre representa, para quienes hemos sido educados en la Fe Cristiana, la gran prueba a la que fue sometido nuestro Señor Jesucristo para dejar presente los nuevos términos de la alianza de Dios con el hombre.  La alianza del amor. 

Una prueba de amor y humildad ante el aparente poder político de los romanos y el poder religioso de los fariseos; una firme determinación para decirle a Pedro en el momento que lo llevan preso » Guarda esa espada, si yo quisiera en este momento un ejército de los ángeles de mi Padre estarían aquí defendiéndome «.  Esta acción de nuestro Señor Jesucristo representa un «gran coraje» tener todo ese poder y no usarlo para defenderse. 

El ejemplo y entrega a su misión nos obliga a reflexionar sobre nuestra actitud ante la vida: ¿Cómo vencer nuestro ego? ¿Cómo no hacer juicios a nuestros hermanos? 

¿Y cómo perdonar todas las veces que mi ego se sienta herido? 

Si conseguimos las respuestas a estas tres preguntas y la aplicamos a nuestros pensamientos, palabras y acciones diarias, estoy seguro que estaremos en presencia en esta vida del » Reino de los Cielos «. 

Seremos una manifestación del amor de Dios en plenitud, paz y armonía perfecta bajo la gracia divina.  

Feliz semana mayor tiempo de reflexión y conversión. 

(*) Poeta y Contador Público. Socio de KPMG-Venezuela y Directivo de la Cámara Petrolera capítulo Anzoátegui.