El pasado jueves 9 al mediodía anticipé, en las redes,  la extensión del estado de alarma en Venezuela que incluye la “cuarentena social  y colectiva”.  Escribí que todo indicaba se prorrogaría por lo menos 30 días más lo que en efecto se anunció el sábado 11 de Abril. No necesitaba ser adivino o  leer las cartas ya que era una decisión obvia; bastaba con cerrar los ojos a tanta basura que circula, buena parte de fuentes interesadas, prestándole solo atención a reportes de instituciones e individuos de prestigio.

Independientemente de las banderas que abracemos la cuarentena es obligante y debemos respetarla y acatarla por nuestro bien y el de los nuestros.

Es muy alto el precio que en vidas y perdidas económicas pagan Estados Unidos y buena parte de Europa como también ahora Brasil y México por lo tardío de medidas que en Asia se mostraron eficaces para contener el Coronavirus. Dentro de tantas, es el confinamiento de buena parte de la población el que se ha probado surte mejor efecto para detener el mal y evitar una tragedia mayor. Según expertos el desempeño superior de Asia frente a Occidente en el combate contra el COVID19 se basa en 3 hechos fundamentales: la disciplina social, la experiencia y la tecnología y en el primero la firmeza de los gobiernos que se han empeñado en mantener a su población en casa pesa determinantemente.

A quienes por varias vías me han preguntado en las últimas horas cuanto más pudiera prolongarse esta situación respondo invariablemente lo que ya he afirmado pero el común se niega a aceptar: mientras no haya vacuna no hay vuelta a una “cuasinormalidad” y para tal restan meses, entre 12 y 18 en el mejor de los casos. Por lo pronto creo que de mantenerse la tendencia a la baja en Venezuela –por cierto y aquí voy a hacer un comentario que quizás provoque que algunos amigos me menten la madre: no tengo ninguna razón con toda la información que manejo de lado y lado, en ambos bastante, para creer que las cifras oficiales a la fecha se alejen de la realidad- a este periodo de 30 días adicionales pudiera seguir uno de 15 y entonces pasar a un levantamiento progresivo de las restricciones donde por cierto de las que más se extenderán será la suspensión de clases presenciales a todo nivel con lo cual, dejo constancia, estoy de acuerdo a la par que comprometido de facilitar vía remota la continuidad de la actividad académica.

¿Y por qué “cuasinormalidad” y no normalidad”? Porque definitivamente el mundo no será el de antes y lo normal de ayer será recuerdo de tiempos que no volverán. Experimentaremos un tiempo difícil, doloroso incluso,  de cambios en la manera de relacionarnos y desenvolvernos, de grandes dificultades económicas y sociales en el cual  la ayuda mutua, la solidaridad, la capacidad de entendernos y de remar juntos será la clave de la más pronta salida a la ahora complejisima crisis que atravesamos.

  • Analista.  ex gobernador, diputado y concejal.  Rector de la Unitec y Chancellor de MAU, EEUU.