Todos desde niños fuimos educados para ser buenas personas… al nacer, ya habían reglas en nuestras familias, conductas que si respetábamos seriamos aceptados, reconocidos y valorados por todos sus miembros pues nos convertiríamos en lo que cada familia sueña para su hijo que sea feliz…

Aquí comienzan las preguntas interesantes…

¿Dónde queda el libre albedrío?

¿Y si lo que siente ese niño es diferente a lo que su familia espera?

¿Se puede vivir con libertad en una sociedad estandarizada?

¿Expresar la verdad está permitido como una conducta normal, porque una cosa es cuando la verdad conviene y cuando no, como se expresa?

¿Qué es la integridad?

¿Si rompes algunas reglas familiares, cual es el precio que pagas?

Aquí voy a comenzar con un dicho popular “del dicho al hecho hay mucho trecho”, en una cultura que enaltece las buenas acciones y castiga las malas, regida por normas bien establecidas sobre cuáles son las conductas adecuadas socialmente, que existen leyes que regulan y castigan las conductas inapropiadas cuando lo corresponde pero también hay otro tipo de agravios contra los otros que no corresponde al ámbito de ley pero son agresiones en contra de los demás como puede ser el ámbito emocional.

Todos conocemos familias perfectas, con conductas socialmente correctas que encubren detrás una realidad completamente distinta, entonces que es lo que es realmente verdad o que es lo que no; si el modelo aprobado y aceptado, no está funcionando pero había funcionado cuando fue impuesto con miedo y violencia, porque era una domesticación de la conducta si los haces bien, te premio si lo haces mal te castigo, al estilo del condicionamiento clásico descubierto por Ivan Pavlov, pongo mi ejemplo de cuando era niño, si sacaba buenas notas me reconocían y cuando no me castigaban, ahora esta motivación no siempre es un camino recto, porque aprobar una examen puede ser por copiarse o por que realmente se estudió, ahora es realmente importante el reconocimiento social con una nota o el aprendizaje es realmente, lo valioso que otro va a necesitar porque lo siente en sintonía consigo.

Las notas y el reconocimiento social refuerzan la competencia, necesito sobre salir, ser el mejor, destacar, etc… y esto une o separa, entonces en una sociedad llenas de personas completamente diferente como esperan hacer encajar milimétricamente cada conducta, abra personas que se sienten cómodas con las reglas, y las que no, las que son libres que le gustan explorar diferentes experiencias o es que existe una única forma de ser y actuar.

Que pasa con las otras personas que van a ritmos distintos, que no siguen el orden establecidos no porque sean rebeldes sino porque funcionan diferentes, será acaso que los tantos casos de niños especiales son seres humanos que no quieren encajar, que necesitan sus propias reglas y no pueden seguir la de otros; acaso no nos sentimos incomodos cuando otros actúan de una forma diferente que no comprendo, cuando rompen las reglas que nosotros respetamos incluso cuando estas nos costaron tanto asumirlas, verlo hacer algo que no me parece no debe hacerse, hacerlo…

Estas preguntas me llevan a replantearme ¿quién soy yo? Vemos las crisis de los adolescentes, las crisis de los 30, de los 40, de los 50… será que acaso esos espacios son momentos de libertad donde me doy permiso de experimentarme, de abrirme a sentir la vida sin el asfixiante condicionamiento social, que crea un cerco alrededor de la conductas de todos, quien se beneficiara de que todos seamos borregos que seguimos a un pastor que nos guía sin tener el permiso de andar a otro ritmo, de llegar siempre al mismo lugar, de tener que dar las mismas respuestas, de hacer lo correctamente permitido.

Cuantas veces quisiste hacer algo que no te permitiste, y al darte cuenta que otro hace lo que desea como te hace sentir…

Cuantas veces deseaste decir algo que no has dicho, es más todavía deseas decirlo, que cuando otra persona habla con libertad como te sientes…

Mi pregunta ahora para ti… es donde está tu libertad, donde te sientes que eres completamente tú, mas allá de lo otros esperen, deseen o quieran de ti…

¿Dónde está tu corazón?

Porque allí será el único lugar donde eres libre, y si ese lugar no es donde te encuentras ahora… ¿Que vas hacer?

Sera que tu libertad puede incomodar a otros, y si no te das la libertad de ser tú mismo; entonces el incómodo eres tú, ahora puedes entender porque no te sientes bien, ni a gusto contigo, esto más que una provocación… es una invitación a que te reencuentres contigo.

Ser libre tienes sus privilegios, pero también lleva consigo responsabilidades, porque si donde estas no estás en sintonía contigo, vas a tener que tomar algunas decisiones diferentes que probablemente los otros no se esperan, porque puede ser que tampoco les has mostrado quien eres en realidad independientemente de las razones que sean, tu libertad va a incomodar a otros, porque los afectas al mostrarle al hacer por ti, lo que ellos no hacen por ellos mismos, y nadie le gusta que le muestren, lo que no han tenido el valor de hacer, y es más fácil proyectarlo en ti porque así el problema se acabaría si tu no estuvieras o no actuaras de esa forma.

Porque la libertad incomoda a quien no ha tenido el compromiso de brindársela así mismo, nadie te ofrecer, algo que solo sabes tú y que muchas veces lo mantienes oculto.

¿Deseas vivir con libertad de ser tú mismo?…

(*) Hendrix Marchan. Coach y Terapeuta.